TARDE DE BRISCA

ACTO PRIMERO


ESCENA I

(Salón comedor. Luisa y Mercedes desde fuera)

MERCEDES: - Luisa, hija, ¿está ya todo preparado?

LUISA: - Sí mamá

MERCEDES: - ¿ Y tú ?, ¿estás ya arreglada ?

LUISA: - Que sí, mamá, ¡Uy! qué mujer, cualquiera diría que espera al emperador de China, ...¡ cómo detesto los días de partida, se vuelve un manojo de nervios, ¡vamos! como si le fuese la vida en ello, y lo peor es que me acaba crispando a mí también.

MERCEDES (entrando): - Te he oído, te he oído muy bien, sabes que odio que murmures entre dientes, y sobre todo de mí, pero claro, a ti te da igual, ¡a la juventud de hoy en día le da todo igual! ya no hay respeto, ni por nada ni por nadie, ... En mis tiempos se obedecía a los mayores sin más no nos dedicábamos a criticarlos y...

LUISA: - Mamá, por favor, te lo ruego, no empieces de nuevo, perdona si te he molestado pero es que te pones muy alterada cuando esperas a tus amigas, reconócelo.

MERCEDES: - Eso, perdona, pero aguanta !

LUISA: - Que no mamá, que lo siento de veras.

MERCEDES: - Sentir, sentir, ¡que vas a sentir ! primero sientes y luego me llamas histérica. Sabes perfectamente como son de criticonas esas lagartas, y me preocupa el hecho de que no esté todo perfecto, y evitar así andar de boca en boca.

LUISA: - De verdad mamá, que no entiendo por qué las invitas si tienes esa opinión sobre ellas. Pensaba que las considerabas amigas.

MERCEDES: - ¡ Amigas ! (carcajadas) no he oído mayor estupidez en todo el ... ¿día? . Esas víboras no son amigas ni de su sombra. Si pueden te venden a la vuelta de la esquina. ¿Te venden digo?. Esas te regalan.

LUISA: - Pues ahora entiendo menos aún por qué te tratas con ellas, si son como dices.

MERCEDES: - ¡Ay hija! que tonta eres, por eso mismo... Es mejor tenerlas como aliadas que no como enemigas.

LUISA: - Pero mamá, cuanto más intimas con las personas más conocen de tu vida, tanto las virtudes como los defectos, y es mucho más fácil que puedan herirte si conocen tus debilidades y secretos que si eres una perfecta desconocida para ellas.

MERCEDES: - ¡Ja! ¡Que te lo han "contao"!. Cómo se nota que tú no las conoces como yo.

LUISA: - Pero madre, si es de lógica. Tu no puedes hablar mal de alguien a quien no conoces.

MERCEDES: - ¡Je je! yo no, pero éstas sí, te lo aseguro, es más, me gustaría mucho que te quedaras esta tarde con nosotras, así podrás comprobarlo por ti misma.

LUISA: - Mamá, sabes que a mí no me van eso líos y....

MERCEDES: - Decidido, te quedas, además, ya es hora de que vayas aprendiendo cómo es la vida real.

LUISA: - ¿ Piensas acaso que esto es la vida real ?, más bien irreal diría yo. Invitas a casa a unas amigas que no lo son y a las que encima detestas. Y digo yo. ¿Por qué las traes a casa? ¿No te basta con saludarlas por la calle y ponerles buena cara?

MERCEDES: - ¡Ah no!, eso si que no, en primer lugar hija mía, hay que aprender a convivir en esta sociedad, para tener relaciones buenas con las personas hay que intimar con ellas, además no quiero convertirme en una marginada sin amigas y sin enterarme de nada de lo que pasa en el pueblo. Y otra cosa, mientras cotilleen sobre otras personas, no lo hacen sobre mí. En segundo lugar y no menos importante, son mujeres con una situación social medio-alta, y siempre es preferible para guardar la buena imagen y también la buena reputación, codearse con este tipo de gente, porque a ti ... ¡no te gustaría saber que tu madre es amiga de gente baja, pobretones sin cultura y sin educación! ¿verdad?. Y por último, yo no tengo nada de que me pueda avergonzar, mi casa es una casa muy digna, y acondicionada para que pueda verla cualquiera. De modo que las cotorras estas podrán hacer comentarios de lo que vean en ella, que como no es nada malo, no será ninguno. Si no la vieran, lo inventarían, y créeme hija, que conozco su imaginación maliciosa.

LUISA: - No sé mamá, creo que exageras, es imposible que todas sean como dices.

MERCEDES: - Pues sabes hija, la verdad es que eso no lo sé realmente, pero creo que tampoco lo sabremos nunca, porque si hay alguna que no es así, lo disimula perfectamente.

LUISA: - ¿Es lo que haces tú ? ¿fingir que eres mala persona para que te acepten ?

MERCEDES: - ¡Por supuesto!

LUISA: - Pero mamá, no digas sandeces, ¡no puedo creerlo! ¿te comportas tú como dices que lo hacen ellas?

MERCEDES: - Pues claro hija, ¿No sabes tú eso de vale más MALO conocido que bueno por conocer ?, pues yo tengo que hacerme valer

LUISA: - ¡Es la mayor hipocresía del mundo!

MERCEDES: - ¡Exacto! ¡Así es la vida! una enorme hipocresía.

LUISA: - Vamos madre, así será TÚ vida.

MERCEDES: - Ya me lo dirás, ya. ....... (suena un timbre) ¡Uy! llaman a la puerta. Por favor hija, que todo esté impecable, no me pongas en evidencia, ni te muestres demasiado sincera, ¿vale cariño ?. Sígueme la corriente en todo aunque esté en contra de tus principios, es un gran favor que te pide tu madre sólo por esta tarde, no quisiera echar a perder lo que con tanto esfuerzo y durante tanto tiempo he logrado ganar, y sobre todo, hija, escucha atentamente y observa. Después cuando nos quedemos de nuevo solas, podremos analizar detenidamente la situación.

LUISA: - Está bien mamá, lo haré por ti y porque te quiero mucho, pero promete que no volverás a pedirme esto nunca más.

MERCEDES: - Lo prometo hija. (La besa). Y ahora... ¡comienza la función!

ESCENA II
(Mismas, abre la puerta Mercedes y entran Pilar y Teresa)

PILAR: - Mercedes, chica, vaya frío que hace hoy, menos mal que la semana pasada se me ocurrió ir a comprar este visón.

MERCEDES: - Pilar, que cosas tienes, anda pasa, ¿vienes sola?

PILAR: - No, con... mira ya está aquí.

MERCEDES: - ¡Hombre! Teresa, querida, entra, entra, que hace un frío que pela, ¿verdad Pilar?

TERESA: - No Mercedes, llámame Maite, eso de Teresa me suena a Santa.

MERCEDES: - (Murmurando) Sí, y tú de santa no tienes precisamente nada.

TERESA: - ¿Cómo dices?

MERCEDES: - No, nada, que vas a quedarte helada.

TERESA: - Tampoco es para tanto, además, como llevo el climatizador en el coche no noto ni el frío ni el calor, y por cierto. ¿conoces a los críos que hay en la puerta de tu casa ?

MERCEDES: - (Asomándose) Sí, son los hijos de mi vecina Petra.

TERESA: - Me he quedado un momento vigilando por si se les ocurría hacer alguna fechoría en mi coche.

MERCEDES: - Mujer, no tengas cuidado, aquí no le ha pasado nada a ninguno

PILAR: - ¿Has dicho Petra?, ¿no será la mujer de Benito el pescadero?

MERCEDES: - La misma.

PILAR: - ¡Uff! pues yo que tú tendría cuidado, conociendo a la madre...

TERESA: - Cuenta, cuenta.

PILAR: - Dicen las malas lenguas, que cuando ayuda a su marido en la pescadería, sisa en el peso y cobra más caro de lo que marca.

TERESA: - ¡No me digas!, así que el otro día se me hizo cara la compra... ¡Uy! ¿ y quien es esa Petra ?

PILAR: .- La de la pescadería que hay enfrente del convento.

TERESA: - ¡Ah!, ya sí, ya sé cual dices, menos mal que nunca compro allí, dicen que tiene el pescado medio podrido.

PILAR: - Tan podrido como ella, por eso te he dicho que tengas cuidado con sus hijos.

MERCEDES: - Mujer, si sólo son unos críos. ¿Te cuelgo el abrigo Pilar ?

PILAR: - No, aún no, esperaré a que vengan las otras, así mientras a ver si entro en calor.

TERESA: - (A Mercedes con burla) Sí, y así de paso lo ven.

PILAR: - ¿Cómo?

TERESA: - Que te sienta muy bien.

PILAR: - Gracias, es nuevo, ¿te lo he dicho?

TERESA: - Sí cariño, cuando veníamos de camino.

MERCEDES: - ¿Queréis tomar algo?, Luisa ha preparado café.

PILAR: - Pero Luisa querida, si no me había dado cuenta de ti hasta ahora.

TERESA: - Madre del amor hermoso, ¡cómo ha crecido esta niña! hacía mucho tiempo que no la veía.

MERCEDES: - Está estudiando en Madrid, y sólo viene en vacaciones y los fines de semana.

TERESA: - Fíjate, que como no la he conocido pensaba que era la asistenta.

MERCEDES: - ¡Oh!, no, hoy es su día libre.

PILAR: - (Bajo a Teresa) Lo ves... asistenta y todo.

TERESA: - (Bajo a Pilar) Ya te dije yo que estos marchaban bien.

LUISA: - (Bajo a Mercedes) Pero mamá, si no tenemos asistenta.

MERCEDES: - (Bajo a Luisa) Deja que rabien. (En voz alta) Y bien, ¿queréis un café?

TERESA: - Bueno, cortado, por favor, si no es molestia.

MERCEDES: - ¿Y tú Pilar?

PILAR: - Lo prefiero solo, gracias. ¡Cuánto tardan Elvira y las demás!, ¿se habrán olvidado?.... (Murmurando) como tarden mucho me voy a cocer con el abrigo puesto.

MERCEDES: - ¿Has entrado ya en calor? ¿Quieres quitarte el abrigo Pilar ?

PILAR: - Pues mira, ahora que lo dices... creo que si. (Se lo quita con mucha afectación y se lo entrega a Mercedes). Ten cuidado con él que es carísimo.

MERCEDES: - (Cogiéndolo) No te preocupes, tengo tres y estoy acostumbrada.

LUISA: - ¡Pero madre!

MERCEDES: - Hija, con las amigas no se tienen secretos (Bajo). Deja que chinchen.


ESCENA III
(Llaman a la puerta, entran es escena Elvira, Carmen y Piedad)

LUISA: - Ya voy yo, mamá.

PILAR: - (Bajo) ¡Vaya hombre!, si antes me quito el abrigo...

ELVIRA: - ¡Hola!, tu debes ser Luisa, ¿verdad?, soy Elvira, estas son Carmen y Piedad, ¿estará tu madre, supongo?

LUISA: - Claro, claro, pasad.

MERCEDES: - Elvira querida, ya pensábamos que no veníais.

ELVIRA: - Pues como no, mira, te presento a Carmen, ella es Mercedes.

CARMEN: - Encantada, pero llámame Menchu.

MERCEDES: - Menchu, es un placer.

ELVIRA: - ¡Hola Pilar, Maite! (bajo) ¿qué tal os está yendo?

TERESA: - De momento bien, ¿sabes que tiene asistenta y todo?

ELVIRA: - ¿Sí?, pues vaya poderío. ¿Y dónde está?

PILAR: - Es su día libre.

ELVIRA: - Pues que casualidad.

MERCEDES: - Voy a servir unos cafés, ¿queréis vosotras algo ?

ELVIRA: - Pues sí, con leche para mí.

CARMEN: - Para mí también.

MERCEDES: - ¿Y tú Piedad ? Parece que estás muy callada.

PIEDAD: - Preferiría un poleo ¿si tienes?

MERCEDES: - Pues claro que sí, enseguida os lo traigo, Luisa hija, ayúdame a prepararlo (salen)


ESCENA IV
(Pilar, Teresa, Elvira, Carmen y Piedad)

ELVIRA: - Yo no me creo lo de la asistenta, mira que es casualidad, si fuera cierto, que le dé el día libre justo cuando sabe que va a tener visita.

PILAR: - Pues eso no es nada, a nosotras nos ha dicho que tiene tres abrigos de visón.

ELVIRA: - Mira que me extraña, me da a mí en la nariz que quiere dárselas con nosotras, pero seguro que no es cierto, aunque, ya se lo sonsacaré yo.

PIEDAD: - Y la hija, ¿os habéis dado cuenta de cómo ha cambiado?, no la he reconocido, ¡cómo hacía tanto que no se la veía por el pueblo!

TERESA: - Por lo visto está estudiando en Madrid.

ELVIRA: - ¿Y vive allí sola?
PILAR: - Pues no sé, pero no lo había pensado.

ELVIRA: - Pues fíjate, una chica joven en una gran ciudad, y con los tiempos que corren, a saber en que líos podrá meterse.

CARMEN: - Líos, seguro que tiene alguno.

TERESA: - Mujer, igual vive con un grupo de chicas que es lo que se estila ahora.

ELVIRA: - ¿ Un grupo dices ?, entonces no son líos, a eso yo lo llamaría orgías.

PILAR: - Igual el día menos pensado aparece en el pueblo con una panza.

CARMEN: - ¡Anda! o no, también puede tener allí al crío sin que se entere nadie.

ELVIRA: - Lo mismo ya tiene alguno.

ESCENA V
(Entran Mercedes y Luisa con los cafés)

MERCEDES: - Bueno, aquí tenéis, ¿de qué hablabais ?

PILAR: - De lo guapa que está Luisita, y les he dicho que estudia en Madrid.

ELVIRA: - ¿Vive allí también?

MERCEDES: - Claro mujer, no iba a ir y venir todos los días.

CARMEN: - ¿ Es que tenéis allí familia o casa ?

MERCEDES: - No, está en una residencia para señoritas.

LUISA: - En realidad es un convento de monjas, allí tenemos habitación y comedor.

ELVIRA: - ¿ A caso vas para monja ?

LUISA: - No se trata de eso, ellas alquilan las habitaciones para chicas estudiantes.

PILAR: - (Bajo para Elvira) Entonces ya no hay orgía.

MERCEDES: - ¿Cómo dices?

PILAR: - Que no sabía que existía.

MERCEDES: - Pues sí, las monjitas son muy agradables y buenas, la niña está protegida y yo estoy tranquila.

CARMEN: - Yo en tu lugar también lo estaría, es el mejor sitio que has podido elegir para ella.

PILAR: - Pues sí, porque yo conocí a una que se fue la hija a estudiar y vino con un crío a cuestas, sin carrera y sin marido.

TERESA: - Pero, es que esa era un pendón desorejado... ¿ y quien era ?

PILAR: - No sé si la vas a conocer...¿conoces a Dionisio el de las flores ?

TERESA: - ¿El que se casó de segundas con la hermana de "la Paca, la Tuerta" ?

PILAR: - Pues su tío Fulgencio, aquel que era pastor y decía que lo hacía con las ovejas...

TERESA: - No recuerdo yo eso... fíjate

ELVIRA: - ¿Cómo no mujer?, menudo escándalo hubo, se enteraron porque por lo visto, lo vieron en el médico y se decía que si habría pillado una enfermedad de esas venéreas.

TERESA: - ¡Uy! , pues yo no me enteré, mira, mira, Fulgencio, ¡quien lo diría!

PILAR: - Sí, pues la hermana de su suegra, que le dicen "matacandiles" es la abuela de la muchacha.

TERESA: - ¡Ah ya!, pero ¿ cuál de ellas ?, ¿ la hija de Gloria o la de Leonor ?

PILAR: - La de Gloria, la mayor.

TERESA: - No viven aquí, ¿no?

PILAR: - No, se fueron todos muertos de vergüenza.

PIEDAD: - Pues a mí me dijo que se iba porque le había salido un buen trabajo al marido fuera.

ELVIRA: - Mujer, y ¿qué te iba a decir en esas circunstancias?

PILAR: - Sí, se fueron corriendo para que no se enterara nadie.

MERCEDES: - ¿ Y cómo te enteraste tú ?

PILAR: - Ya no recuerdo quien me lo contó, pero vamos, que esto en el pueblo no lo sabe casi nadie.

CARMEN: - ¿Os habéis enterado de la última ?

PILAR: - Cuenta, cuenta.

CARMEN: - Por lo visto, a la Juani la "porras" la pilló el marido en la cama con Luis el fontanero.

TERESA: - ¿No me digas?, y ¿cómo fue eso?

CARMEN: - Parece ser que ella le había avisado.

ELVIRA: - Para que le desatascara las tuberías seguramente, (risas)

CARMEN: - ¿Cómo lo sabes?

ELVIRA: - Por lógica, querida, pero sigue, sigue.

CARMEN: - Pues resulta, que el marido fue a media mañana a su casa a por unos papeles del banco o de Hacienda, o algo así y se los encontró a los dos.

PILAR: - Claro, (risa), el fontanero estaba haciendo su trabajo en el fondo.

ELVIRA: - (risas), sí, (carcajada), pero en el fondo de la cama, (carcajadas)

TERESA: - Lo que he oído yo también, es que la Encarna la del campo santero estaba liada con el cuñado.

PIEDAD: - Sí, eso es verdad porque yo también lo he oído, y además dicen que es de tiempo, y que el hijo pequeño no es del marido sino del hermano.

PILAR: - Además, ahora que lo dices, me estoy dando cuenta de que el niño es clavadito al tío, como dos gotas de agua.

TERESA: - ¡Fíjate!, como que es su padre.

PIEDAD: - Pero, claro, siendo hermanos... era normal que se pareciera al tío, al fin y al cabo llevan la misma sangre.

ELVIRA: - Pues a la Ricarda la pastelera dicen que la ha dejado el marido porque se ha ido con otra.

CARMEN: - ¿Con quien?

ELVIRA: - No lo saben, es de fuera, y seguramente será una pilingui de esas de los clubs.

PILAR: - Y hablando de pilinguis, ¿a que no sabéis quien se ha casado?

PIEDAD: - ¿ Quién ?

PILAR: - Bartolo el "caña loca"

TERESA: - ¿Ese?, si ya es muy viejo y nunca ha tenido novia.

PILAR: - Pues sí, le saca por lo menos treinta años, y por la pinta que tiene seguro que la ha sacado de un sitio de esos.

PIEDAD: - Con la de mujeres decentes que hay ¡Dios mío! ¿cómo pueden ser los hombres tan tontos ?

MERCEDES: - Tampoco sabemos como será esa mujer.

ELVIRA: - ¿Cómo va a ser? para casarse con ese tipejo, viejo, feo, tuerto y cojo, hay que tener ganas o ser....

MERCEDES: - Bueno mujeres, ¿saco la baraja?

TERESA: - Sí, sí, sácala y vamos a empezar de una vez la partida.

MERCEDES: - Luisa, hija, ayúdame a recoger las tazas y a limpiar la mesa.

ELVIRA: - La que también decían que se casaba era "la Goya", la viuda del "moreno".

PILAR: - ¿ Tan pronto?, si sólo hace cinco años que enviudó.

TERESA: - Hay gente que no sabe guardar el luto.

ELVIRA: - Lo que pasa, es que es otra que ya tenía ganas.

CARMEN: - Pues con la edad que tiene, mejor hubiera sido que se hubiese quedado como estaba, ya debe rondar los cincuenta.

ELVIRA: - Con que dicen que al año de enviudar ya tenía relaciones.

TERESA: - ¡Qué vergüenza! y ¿qué pasará con sus hijos?.

PILAR: - Si yo fuera su hija, no la miraba más a la cara.

CARMEN: - ¿Cómo ibas a ser su hija, si casi puedes ser su madre?

PILAR: - ¡Mira!, que graciosa nos ha salido la graja, pues que sepas, que tú no pareces una moza precisamente.

MERCEDES: - Ya estoy aquí chicas, ¿hacemos los grupos?

PILAR: - Sí, porque yo no quiero ir de compañera con la víbora esta, se va a enterar de lo que vale un peine con la paliza que le pienso dar.

TERESA: - Paz, paz, que sólo ha sido una broma.

PILAR: - Me refería a las cartas, pero de todas formas, poca gracia que hacen sus bromitas.

PIEDAD: - Entonces ¿cómo vamos?

PILAR: - Pues mira, Elvira, tú y yo para ellas tres.

ELVIRA: - Y si no, lo echamos a reyes.

PILAR: - No, no, no sea acaso que me toque de compañera con ésta, que tengo ganas de ganarle a ver si así se le bajan los humos.

MERCEDES: - Venga pues, si estáis conformes, vamos a situarnos.

PILAR: - ¿ Os acordáis de las señas ?, porque vamos a machacarlas chicas.

TERESA: - Oye guapa, te recuerdo que vuelves en mi coche, no te metas conmigo a ver si vas a ir a patita.

PILAR: - No lo decía por ti, ni por Mercedes, claro está, pero tampoco es para que amenaces, ¿sabes?, porque afortunadamente tengo un hermoso par de piernas que me transportan divinamente, y además siempre habrá alguien que me llevará a casa, ¿verdad Elvira?

ELVIRA: - ¡Caramba!, dejad ya de discutir por una tontería, trae el mazo, que yo doy. (Baraja). ¡Corta! (y reparte). ¿Sabéis que estoy pensando en comprarme un abrigo de piel?, sin embargo aún no he decidido cual.

TERESA: - ¿ Tú también ?, Pilar se compró uno la semana pasada.

ELVIRA: - ¡ No me digas !

PILAR: - Así es, la verdad es que lo vi, se me antojó y lo compré.

ELVIRA: - ¿Y cómo es?

PILAR: - Es un visón.

ELVIRA: - Pues podrías aconsejarme.

PILAR: - Mujer, la que mejor te puede aconsejar es Mercedes, que tiene tres.

ELVIRA: - ¿Pero si?, pues podías enseñármelos, para ver cual me va mejor.

MERCEDES: - Eso donde mejor lo ves es en la peletería, allí podrás probarte todos los que quieras.

ELVIRA: - Pero, no pensarás privar a una amiga del placer de admirar tres maravillas de esas, ¡anda!, por favor, enséñamelos.

MERCEDES: - Lo siento realmente, pero... pero no los tengo en casa.

ELVIRA: - ¿No?¿dónde pues?

MERCEDES: - Están en.... en un hotel de la ciudad, allí tienen unos frigoríficos a propósito para guardarlos y que se conserven en buen estado.

ELVIRA: - ¿Y no tienes miedo a que te los roben ?

MERCEDES: - ¡Están asegurados!

CARMEN: - Tendrás que ir pronto a por ellos, ahora que se acerca el invierno.

MERCEDES: - La verdad es que los recojo solamente cuando voy a utilizarlos, que es en ocasiones especiales.

ELVIRA: - Si los usas tan poco, ¿para qué quieres tres?

MERCEDES: - Ya ves, los vi, se me antojaron y como no me decidía por ninguno, me compré los tres.

PILAR: - Te costarían una buena suma.

MERCEDES: - No, que va, tres milloncejos de nada.

PIEDAD: - ¿Un millón de pesetas cuesta un abrigo?, ¿tanto?

MERCEDES: - Eso es un regalo, tres milloncejos de nada, cada uno.

PILAR: - El mío no ha sido tan caro.

MERCEDES: - Será de peor calidad.

ELVIRA: - ¿Cuánto te ha costado a ti, Pilar ?

PILAR: - Esto, pues... (tose)... cerca de dos millones y medio.

CARMEN: - Me parece que os han estafado a las dos, porque preguntó mi cuñada hace poco por uno y le dijeron setecientas mil y era de muy buena calidad.

PILAR: - Hija, pues los nuestros serán mejores, ¿verdad Mercedes?

MERCEDES: - Eso será.

PIEDAD: - Sales tú, Mercedes.

MERCEDES: - Voy, voy, ¿qué queréis compañeras?

CARMEN: - Echa brisca, al enemigo ni agua.

PILAR: - Suerte que vas a tener que no llevo para cortar.

ELVIRA: - Que tu no lleves no quiere decir nada, aquí estoy yo mujer.

PIEDAD: - ¿Qué llevará?

CARMEN: - ¿Qué va a llevar?, echa otra si tienes.

ELVIRA: - Teresa, tu no te cortes, si tienes otra brisca la pones.

TERESA: - ¡Ahí va!

CARMEN: - Con el tres, que esta baza es buena.

ELVIRA: - Y tanto, ahí va el as, ahora vas y lo cascas.

PILAR: - (risas), ¿así pensabas ganar?, si no tienes ni idea de jugar.

ELVIRA: - Sesenta y dos, estamos fuera, uno a cero, reparte Mercedes, que esto va rápido.

PILAR: - ¿Sabéis que han intentado robar en la tienda de Julián el "jaro"?

PIEDAD: - ¿Cuándo?

PILAR: - Anoche o antes de anoche.

TERESA: - ¿Le han robado mucho?

PILAR: - Pues creo que no, porque los vecinos oyeron un ruido y enseguida avisaron a la Guardia Civil.

CARMEN: - ¿Quienes fueron? ¿les han pillado?

PILAR: - No llegaron a tiempo, ya no había nadie, todos habían escapado.

MERCEDES: - ¡Ah! ¿pero que eran varios?

PILAR: - Sí, los vecinos dicen que por el ruido cinco o seis, y sospechan del hijo de Juan el pintor, porque dicen creer haber identificado su voz entre el barullo.

MERCEDES: - Y ¿para qué iba a querer robar ese chico?, si tiene un buen trabajo y eso sólo le perjudicaría.

ELVIRA: - ¡Anda!, pues igual anda metido en asuntos de drogas. La gente joven hoy en día, .... donde menos te imaginas, salta la liebre.

PIEDAD: - Mira, mira, y parecía un chico tan formal.

PILAR: - Pues eso no es todo, esta mañana, contándoselo a una vecina mía, me ha dicho, que hace unos meses estuvo el chico pintándole la fachada, y que desde aquel día no encuentra una cadena de oro con una cruz, y que lo más seguro es que se la robara él.

ELVIRA: - ¿Qué vecina es esa?

PILAR: - Montse, la panadera.

ELVIRA: - ¡Pues anda que ella!, más le valdría callar, porque su hijo el pequeño, creo que también está metido en el asunto ese de las drogas.

PIEDAD: - ¿El de las melenas?

ELVIRA: - Sí, ese, y no me extrañaría nada, con las pintas que lleva.

TERESA: - Y si no la hija, pues no es fina ni nada la niña.

CARMEN: - ¿Sí?... ¿te has enterado de algo?, cuenta, cuenta.

TERESA: - No, pero el otro día la vi, llevaba una minifalda con la que se le podía ver hasta el hígado.

MERCEDES: - Mujer, si es la moda.

TERESA: - Ni moda, ni ocho cuartos, una mujer decente no se pone eso, esa lo que quería era provocar a los hombres, y luego dicen que hay violaciones, ¿pues cómo no va a haberlas?

LUISA: - Pero si es una cría de doce años.

TERESA: - ¿Cría?, con menos se han casado.

ELVIRA: - Sí, (risas) en la Edad Media.

CARMEN: - Y por correspondencia, (carcajadas)

TERESA: - Vosotras seguid riendo, pero el tiempo lo dirá, y yo os aseguro que esa no llega a los quince sin un escándalo a sus espaldas.

LUISA: - ¡ Pues si casi ya se lo está formando usted !

TERESA: - ¿Yo?, ¡Dios me libre!, ella se lo busca por ir así por la calle, y la culpa de todo la tiene su madre que se lo consiente.

MERCEDES: - No sé, pero yo no me creo lo del hijo de Juan, no creo que sea drogadicto ni que robara a nadie, ni al jaro ni a la panadera.

LUISA: - Pues claro que no, conozco a Andrés a la perfección y es un chico muy formal.

ELVIRA: - ¡Fíate tú de las apariencias!, además, si la panadera dice que le falta la cruz, es que le falta, no va a decir una cosa por otra.

TERESA: - Sí, claro, pero quizá el que se la ha robado haya sido su propio hijo, porque es muy difícil que si el chico se encontraba en la calle pintando la fachada, entrara en la casa a robar una simple cruz.

PILAR: - Y lo del robo del "jaro" ¿qué?

MERCEDES: - Pero si no han robado nada.

PILAR: - Ya, pero lo han intentado.

LUISA: - ¿Cómo pueden saberlo si no vieron a nadie ?

ELVIRA: - Mujer, si oyeron ruido los vecinos....

PIEDAD: - Y reconocieron la voz de Andresito....

LUISA: - Aun suponiendo que fueran Andrés y sus amigos, cosa que dudo, el hecho de que se oyeran ruidos en la calle no implica en absoluto que se este cometiendo un intento de robo, probablemente, tan sólo se estuvieran divirtiendo.

PILAR: - No sé, no sé, cuando el río suena... agua lleva.

ELVIRA: - ¡Oye!, y tú por qué le defiendes con tanto afán, ¿es que hay algo entre vosotros dos?, porque parece que te interesa mucho ese muchacho.

LUISA: - Me interesa, porque es un buen chico, y no me gusta que la gente corra falsos rumores y bulos sobre él, ni que se le acuse sin pruebas. Su reputación quedaría mancillada y saldría perjudicado, incluso en el ámbito laboral. El muchacho no se merece, lo más mínimo, que eso ocurra.

ELVIRA: - ¿Y no hay nada más?

LUISA: - Pues no, señora, y si lo hubiera, no creo que fuera de su incumbencia.

ELVIRA: - Mujer, no te alteres tanto, de todas formas, si es como si no es, tarde o temprano se sabrá.

LUISA: - Mamá, voy a salir un momento a dar un paseo.

ELVIRA: - ¡Anda, sí! y así de paso te relajas un poco.

LUISA: - No necesito relajarme, puesto que ya lo estoy, lo que necesito es respirar aire LIMPIO.

MERCEDES: - Sí, sí, hija, será mejor que vayas a dar una vuelta, pero no tardes mucho, ¿de acuerdo hija?

LUISA: - Sí mamá, enseguida estaré de vuelta. (Sale)

ESCENA VI

ELVIRA: - ¡Ay!, esta juventud, tan inocente, y tan crédula.

PILAR: - (Echando una carta a la mesa) Carmen, te toca.

CARMEN: - Me empela.

PIEDAD: - Corto un poquito.

TERESA: - A eso lo puedo.

ELVIRA: - Suerte que tienes, encima te tengo que dar dos tantos.

TERESA: - ¡Brisca Mercedes!

MERCEDES: - ¡Ahí va!

CARMEN: - ¡Buena baza!, roba Maite.

ELVIRA: - Dicen que van a embargar a Tomás "el Litri".

CARMEN: - ¿Quién es ese ?

TERESA: - Sí mujer, el marido de "la Blasa la gorda", la que cose camisas para el taller de la María la catalana.

CARMEN: - ¡Ah sí!, ¿y por qué?

ELVIRA: - Por no pagar, ¿por qué va a ser si no?

PILAR: - Trabaja con los Medina en la quesería, ¿no?, y allí no ganará mal, además, la mujer también trabaja.

TERESA: - Trabajaba, porque al parecer el negocio no iba muy bien y le han despedido. Y seguro que con el sueldo de ella sólo, que será muy poco, no se pueden mantener.

MERCEDES: - ¿Y qué les van a embargar?

ELVIRA: - La casa donde viven.

PIEDAD: - ¡Bendito Dios!, ¿no tienen cuatro criaturas?

TERESA: - Y la que viene de camino.

CARMEN: - ¿Otro crío?, ¿cómo puede ser la gente tan inconsciente? Traer niños a este mundo sin tener siquiera un trabajo.

PIEDAD: - Si no tienen dinero para pagar las letras menos lo van a tener para comprar medios anticonceptivos.

CARMEN: - Pues que no lo hagan, ¡no te digo!, está visto que a todos los tontos les da por lo mismo.

PIEDAD: - En cualquier caso, es una desgracia muy grande, ¿y no se podría ayudar de alguna forma?

ELVIRA: - ¡Claro!, dándoles el dinero.

PILAR: - Pues conmigo que no cuenten.

MERCEDES: - Pilar, con lo solidaria que tu eres, ¿cómo puedes decir eso?

PILAR: - Por supuesto que soy solidaria, todos los años hago un donativo para los negritos de África, pero a esos... ni para pipas, que si la Blasa está gorda, no es de no comer precisamente, que se busquen la vida y así escarmientan para otra vez y no se cargan de hijos como han hecho ellos.

PIEDAD: - Un poco tarde ya para que den marcha atrás, ¿ no te parece ?

PILAR: - Es igual, que lo hubieran pensado antes.

ELVIRA: - Bueno mujeres, yo me tengo que marchar ya, que esta noche tengo invitados a cenar, y yo no tengo asistenta. ¿Os quedáis?

PILAR: - Yo me voy contigo Elvira. Mercedes, ¿ me sacas mi abrigo, por favor ?

CARMEN: - Yo también me voy, que aún tengo que pasar por la modista a ver si ha terminado el traje para la boda de mi sobrina.

PIEDAD: - ¿ Se casa ya ?

CARMEN: - Sí, al parecer, el novio tiene prisa.

MERCEDES: - Aquí lo tienes Pilar.

PILAR: - Gracias Mercedes.

ELVIRA: - ¿ Es este el que te habías comprado ?

PILAR: - Sí, ¿ a que es una monada ?

ELVIRA: - Sí, no está mal para el precio que tenía, claro. Lo vi el otro día en la peletería de Ricardo.

PILAR: - Sería otro, éste lo traje de Madrid.

ELVIRA: - ¡Ah! Pues sería otro, pero era idéntico.... Bueno, ¿ nos vamos ?

CARMEN: - Sí, vámonos, gracias por todo Mercedes.

MERCEDES: - A vosotras por venir. Nos vemos la semana que viene. (Salen)


ESCENA VII

TERESA: - ¡Qué tiene prisa el novio..! ¡JA!, ya será la novia. Seguro que lleva bombo.

PIEDAD: - ¿Tú crees ?

TERESA: - ¡Estoy segura!

MERCEDES: - Mujer, no seas tan mal pensada.

TERESA: - Mercedes, querida, piensa mal y acertarás.

PIEDAD: - Y si no la del abrigo, (carcajadas), pues tampoco es para tanto, yo también lo vi en casa de Roberto, y es el mismo.

MERCEDES: - Las pieles son todas parecidas...

PIEDAD: - Ese no, ese es el mismo. Doscientas mil pesetas valía.

TERESA: - ¡Uiss!, eso no dijo ella...

PIEDAD: - Ya, me callé para no discutir con ella, pero ese lo he tenido puesto yo, lo que pasa es que no me gustaba la caída que tenía, así que lo dejé.

TERESA: - Bueno Mercedes, pues nosotras nos vamos a ir ya también, ¿ o te quedas Piedad ?

PIEDAD: - No, no, acércame al centro y ya aprovecho para hacer unas compras.

TERESA: - Ya me darás referencias de la asistenta, Mercedes, que estoy pensado también en contratar una para las tareas, y seguramente ella conocerá a otras, que como ya sabéis.... Dios las cría y ellas se juntan.

MERCEDES: - Esto... sí, bueno... ya te daré sus referencias, voy a ir recogiendo esto... (disimulando)

TERESA: - (Bajo a Piedad). Lo que yo pensaba, ni asistenta ni nada de nada, una mentira suya, y la hemos pillado.

PIEDAD: - ¡Qué barbaridad!, con lo maja que parecía...

MERCEDES: - Os acompaño a la puerta. Gracias por venir, ya nos veremos.

PIEDAD: - Sí, sí, hay que repetir esto de vez en cuando para .... repasar las últimas noticias.

TERESA: - ¿Vamos? ¡Hasta pronto Mercedes!

MERCEDES: - ¡Hasta pronto! (Salen)



ESCENA VIII

MERCEDES: - ¡Válgame Dios! ¡qué barbaridad!, no sé si podré soportar esto otro día más. (Al público) ¡ Pero que cotillas y que malas !

(telón)



ACTO SEGUNDO


ESCENA IX
(Salón comedor. Luisa y Mercedes )

LUISA: - ¡Mamá!, ¿no te tocaba hoy tarde de brisca ?

MERCEDES: - Sí hija, sí, hoy tocaba.

LUISA: - ¿No vas a ir ?

MERCEDES: - Me duele la cabeza.

LUISA: - ¡Vaya!, pues deberías acostarte si te encuentras mal.

MERCEDES: - No, si tampoco es para tanto.

LUISA: - ¿Qué pasa mamá?. No fue bien el otro día, ¿verdad?

MERCEDES: - Pues la verdad es que no, hija, creo que no merece la pena pasar tantas apreturas y morderse tanto la lengua por una cuadrilla de criticonas que sólo tienen malicia en las venas.

LUISA: - Si ya te lo decía yo, madre. Esas personas, da igual estar cerca que lejos de ellas, tienen para hacer mal a diestro y siniestro, así que lejos de ellas, al menos, no tienes que aguantarlas.

MERCEDES: - Tienes razón hija mía. Sólo siento no haberlo visto bajo ese punto de vista mucho antes, porque por intentar aumentarlas, he llegado a mentir y a fingir ser lo que no era y tener lo que no tenía, y creo que hice mal, pues me rebajé al hacerlo a su nivel. Y total, ¿para qué?, probablemente, ahora mismo me estarán criticando todo lo que quieran, lo habrán hecho seguro, nada más salir por la puerta de mi casa. Con gente así, llenar la vida de hipocresía es lo único que se consigue, y la verdad es que no he disfrutado con ello, es más, me he sentido muy incómoda, y ahora me arrepiento de haberlo hecho. He comprendido, que hacer el mal para evitar que te lo hagan, no es una solución, ya que el mal lo recibes devuelto por partida doble, por una parte, porque quien quiera hacerme mal, me lo hará pese a todas las cosas, y por otra, por los remordimientos de conciencia que siento al no haber sido consecuente conmigo misma. Así que creo, que cuanto más lejos, mejor, porque, "ojos que no ven, corazón que no siente", y "cada uno en su casa, y Dios en la de todos". Al menos esto me ha servido de lección. (Al público) Y espero que también a ustedes, para que cuando se vayan a casa, elijan el camino que más les convenga.

(telón)



FIN

 © Eufrosina Amores. (1998)

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